A menudo nos quejamos de lo laberíntico que son la mayoría de centros comerciales contemporáneos.
Eso es, parecen diseñados para que uno se pierda. Mejor dicho, para que haya el mismo flujo de público delante de cada local. Porque hoy en día el objetivo principal de su diseño es que no haya locales vacíos, salvo el tiempo extrictamente necesario para la reforma y cambio de inquilino. A tal fin, los equipos de proyecto de estos gigantes del retail, por cierto de los pocos que están liderados por economistas por encima de los arquitectos, colocan los cuerpos de comunicación vertical en esquinas opuestas, los puntos de atracción como los cines o el food garden en las plantas superiores, y muchos otros estratagemas. Éstos, unidos a estudios de situación y big data, hacen que casi cualquier centro comercial contemporáneo sea un éxito.
Lamentablemente este modelo ha hecho una dura competencia y dejado atrás centros comerciales menores, en lugares más apartados, estacionales y con distribución más clásica, haciendo que se pongan a la venta para conversión a residencias de la tercera edad y otros destinos de carácter no comercial. Es el caso de El Zoco, que ya cuenta con un proyecto aprobado de residencia de ancianos, disfrutando de una localización excelente para los mayores, tanto españoles como extranjeros, que cada vez más deciden pasar su jubilación en zonas de playa.
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